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Esta generación de la que nos estamos despidiendo ha sido para el que escribe estas líneas una de las mejores que nos ha dado el mundo del videojuego. Los estudios han conseguido elevar (si acaso no lo estaban ya) las obras que firman a la categoría de arte. Ha sido gracias a la mano de Playstation 4, Xbox One y por supuesto Switch, que los juegos indies han llegado nuestras pantallas para quedarse y demostrarnos que lo único importante para hacer un buen juego no es un gran equipo ni un presupuesto enorme, sino un gran amor por contar historias y evocar sensaciones al que vibra frente al televisor con un mando de control en las manos. Otros elementos han venido de la mano de esta octava generación a los que parece que tendremos que acostumbrarnos. Cosas como la difusión de contenido en redes sociales, las cajas de botín, el modo battle royale... y otras que a mí me parecen más atractivas como el modelo de suscripción a los juegos o el ansiado juego cruzado entre plataformas que ha dado sus primeros coletaz